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Trasplante de Tito Mora Me llamo Carlos y mi nombre artístico es (Tito Mora) soy cantante nacido en Madrid y trasplantado de hígado desde abril de 1992. En 1991 tuve un desvanecimiento mientras hacía la compra con mi mujer María. Casi habíamos finalizado, cuando sentí un angustioso mareo que apenas me permitió mantenerme en equilibrio. María me lleva rápidamente a casa, e intento reponerme, pero el vértigo persiste. Llamamos a mi cuñado, el Doctor Andrés del Pozo Camarón, especialista del aparato digestivo, y que ese día casualmente estaba de guardia en el Hospital de la Princesa. Andrés le dice a María que hay que ingresarme, y yo me niego ya que nunca había estado en un hospital como enfermo. Mi cuñado insiste y me ingresan por urgencias. Las pruebas son determinantes: Tengo un problema hepático muy grave y me dejan ingresado. Nunca había tenido una sola enfermedad por común que fuera.. A las trasfusiones y medicación respondo bien. <<Como un joven >> dicen los médicos. Como nunca había estado enfermo, mi cuerpo responde muy bien a cualquier tratamiento. Y en poco tiempo recibo el alta esperada. No me imaginaba entonces la brevedad de mi mejoría, lo acelerado del regreso, y la gravedad de mi estado de salud. En casa continuo con la medicación prescrita e intento llevar una vida lo más normal posible. Sin embargo, con el paso de los días, mi agotamiento cada vez es mayor, y en mi cuerpo y en el color de la piel observo ciertos cambios. Estamos en Octubre, apenas un mes desde la salida del hospital, y de forma inesperada, sin manifestar ningún síntoma previo, un desvanecimiento con pérdida de conciencia; se trata de mi primera encefalopatía. Nuevo ingreso por la puerta de urgencias del Hospital de la Princesa, nuevos análisis y nuevas pruebas. El diagnostico, esta vez, es más concluyente y también más grave: “Insuficiencia hepática aguda”. Los síntomas son inequívocos; agotamiento, retención de líquidos, pies y estomago hinchados, ojos y piel amarillentos, extrema delgadez, hemorragias microscópicas, y como resultado las encefalopatías. María me recuerda las crisis, cuando me desvanecía y cuando recobraba el conocimiento, ya en el hospital pensaba que acababa de ocurrir, que habían transcurrido unos minutos, y me extrañaba al encontrarme ingresado, a veces habían transcurrido veinticuatro horas.. Después de la primera encefalopatía, menudeaban las visitas al Hospital de la Princesa, casi siempre en domingo para trasfundirme sangre, y así me cargaban las pilas, para regresar con María a casa. Transcurría así el otoño entre trasfusiones y conatos encefalopáticos; y al tiempo que las lecturas y las audiciones en cama aumentaban, los paseos y las salidas de casa se acortaban en las distancias recorridas y en los tiempos empleados. Si para Pío Baroja el otoño era el olor del bueno, para mi, la facultad olfativa debió identificarse esa estación, por entonces, con el olor a suero.
En el amanecer del 28 de noviembre que se presentaba como cualquier otro despuntar del alba. María se levantó para acudir a su trabajo. <<Nunca me despertaba, estaba agotado y me dejaba dormir, Yo tenia un listado con el horario de la medicación, que debía seguir escrupulosamente. >> (30 pastillas diarias), sin embargo, esa mañana –llámese azares del destino o intuición femenina, María quiso recordarme que no olvidara la medicación. Según me cuenta María en mi rostro estaba escrita la temida palabra <<encefalopatía>> entonces María llama al Hospital para que envíen una ambulancia, en el trayecto, su angustia crece al comprender la gravedad, a la llegada el medico se lo corrobora, he entrado en un coma profundo. María me sigue contando, que fueron más de doce horas de angustia para mis familiares, y en ese tiempo deciden darme la extremaunción, toda la familia había sido informada, y deambula desde hace buen rato por los pasillos del hospital. Sobre las once de la noche María se inclina para darme un beso, no sabe si por ultima vez, y entonces como en la ficción de un dramático guión de feliz final, yo adelanto los labios con un gesto bien conocido para recibirlo, y recobro poco a poco el conocimiento. Parece un milagro.
En lista de Espera Remitido al doctor Enrique Moreno, Jefe de cirugía hepática del hospital 12 de Octubre, mi nombre ya está incluido en lista de espera como receptor el 15 de diciembre de 1991. Sábado 5 de abril de 1992. Hace varios meses que he superado las expectativas de vida que me pronosticaron y el donante no llega. Mi cuerpo necesita muchos medicamentos diferentes al día. El agua ingerida se mide escrupulosamente a diario con la finalidad de evitar la temida retención de líquidos. Los alimentos se pesan, ni un gramo de más. Es necesario evitar una nueva encefalopatía que ahora en mi estado, seria mortal. Pero un día estaba tan desesperado que nos fuimos a comer a un restaurante, ya no aguantaba con tanta dieta. Inmediatamente después nos fuimos a casa, ya que mi agotamiento hacia necesario el tener que acostarme. A las seis de la tarde recibimos una llamada telefónica, y María me dice que es el día esperado, después de tres intentos fallidos. Nos han llamado desde la unidad de trasplante hepático del 12 de Octubre. Ya en el Hospital, el equipo del Dr. Enrique Moreno, prevé una intervención quirúrgica prolongada, desde las 22 horas de esa noche hasta las 16 h del domingo. A las 17 h. me trasladan a la UVI para seguir la evolución del pos-operatorio inmediato.
En el caso de un trasplante de órgano, el cuerpo humano reacciona rechazando al nuevo inquilino. Los medicamentos que tomaba entonces eran ciclosporina (Sandimmun). Toda aquella medicación inmunosupresora imprescindible en la batalla contra el temido rechazo. En la actualidad y desde hace siete años el medicamento que tomo es ( Cellcept 500 mg ) 750 mg por la mañana y 500mg por la noche. Las revisiones las tengo con el equipo del Dr. Moreno cada seis meses, en el Hospital 12 de octubre. Después de catorce años de mi trasplante, me encuentro muy bien, hago una vida normal, como de todo, y dedico gran parte de mi vida a concienciar a la gente en la donación de órganos, participando en numerosas galas benéficas y colaborando con distintas organizaciones relacionadas con la donación de órganos. Grabé un CD cuyo titulo es “Vivo por ti “con canciones para concienciar a la gente en la donación de órganos y salvar vidas, como hicieron conmigo. Para producir dicho disco, me dirigí al Director de la Organización Nacional de Trasplantes Dr. Rafael Matesanz para que colaborara en esta producción, y le pareció una idea estupenda. Me ayudaron también, la Fundación Renal Iñigo Álvarez de Toledo, Fundación José Carreras, Federación de Fibrosis Quística y por supuesto la ONT. Mi agradecimiento en todo este proceso a los familiares de mi donante, a los médicos y sanitarios del Hospital de la Princesa, entre los que se encuentra mi cuñado el Dr. Del Pozo Camarón, que me salvó la vida con sus cuidados. A todo el equipo medico del 12 de Octubre a toda mi familia y especialmente a mi mujer María, que vivió segundo a segundo el proceso de mi enfermedad cuidándome con todo su amor. Lo he pasado verdaderamente mal, y quizás ahora valoro más las cosas, las veo con más tranquilidad, disfruto más de cada momento. Estamos aquí de paso….tenemos que concienciarnos para ser mejores…..de nada sirve enfadarnos tanto si en cualquier momento te puedes morir. En el fondo creo que uno se siente mejor persona; más tranquilo y vives cada día con más intensidad. Nunca sabemos si algún día tu vida depende de la generosidad de un desconocido, de un gesto de solidaridad de alguien ajeno a tu entorno, que incluso puede tener una nacionalidad distinta a la tuya, pero que te dará una parte de su cuerpo que él ya no necesita. Por eso debemos de concienciarnos todos en la donación de órganos para poder dar vida a otras personas.
Tito Mora
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